Aquella chica, con su inmaculado rostro pero ímproba mirada,
en la que ya nadie en nuestro viejo pueblo confiaba, hablaba con un joven de
aspecto inocente al que estoy segura que trataba de sacar algún chismorreo. Era
inequívoco, le había conseguido embaucar. Y como acostumbra a hacer, se fue con
viento fresco a cumplir su papel de correveidile oficial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario